Diez años de moda
en España, Diez años
de Modaes.es
Diez años de altibajos para la ‘Spanish armada’
Diez años de moda en España
Diez años dan para mucho y, en el caso de la moda española, para más todavía. En la última década, el sector ha consolidado su fortaleza y se ha convertido en un referente de la economía española en el propio país y en los mercados internacionales. La Spanish armada ha servido de ejemplo a empresas de todo el mundo, que han tratado de seguir su modelo y utilizar el retail como arma para distribuir su moda. Las empresas españolas de la moda forman un sector que en 2019 continúa siendo un motor imprescindible para la economía española y, también, un referente internacional por su dimensión y competitividad. En los últimos diez años, este ecosistema de empresas ha pasado por grandes dificultades, ha visto desaparecer a algunos de sus nombres más emblemáticos y ha protagonizado un importante cambio de caras y nombres en sus cúpulas directivas, pero también ha visto emerger a nuevos actores y ha protagonizado formidables crecimientos en los mercados internacionales. En una etapa protagonizada por la crisis económica y la contracción del consumo, el sector ha arrastrado desde 2009 desafíos que siguen vigentes, pero también ha superado en buena medida otros que no son menos críticos, como el relevo generacional. En 2019, el sector afronta sus próximos diez años con una armada de ejecutivos y empresas con una carta de servicios más completa que diez años atrás: experiencia en ciclos de bonanza y también de recesión, mucho más conocimiento de los mercados internacionales y, también, nuevos actores que se mueven como pez en el agua en los mundos de la tecnología y la disrupción.
Con permiso de Inditex, la mayor empresa del mundo en su segmento, la falta de tamaño es sin duda un problema estructural de la moda española. Julio Babecki, socio de L Catterton, incidió en esta cuestión durante una de sus pocas comparecencias públicas en España en enero de 2014, cuando participó con una ponencia en la segunda edición de Barcelona Fashion Summit. Según sus cálculos, realizados a partir de datos de la empresa de estudios de mercado Hoover’s, España tenía entonces 6.842 empresas de moda, pero sólo siete facturaban más de 500 millones de euros y sesenta registraban entre 25 y 500 millones de euros en ventas. El resto, 6.776 compañías, contaban con una cifra de negocio menor a 25 millones de euros.
La falta de marcas en la franja media hace que sea “complicado” para el capital riesgo invertir en España, según alertó Babecki. España es el país europeo que tiene un mayor número de empresas de moda, pero, por otro lado, es el que posee menos compañías de tamaño medio y grande.
Los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) referidos a las empresas de la industria textil, el sector de la confección y la fabricación de cuero y calzado no permiten apreciar que esta situación se haya revertido en la última década. En enero de 2009, España contaba con once compañías de estos sectores con más de 500 trabajadores (una textil, nueve de confección de prendas y una de calzado); en enero de 2018, esta cifra había caído hasta sólo seis sociedades. De estas, una se inscribe en la industria del cuero, cuatro están especializadas en confección y una se dedica a la industria textil.
Un rápido vistazo a las diez mayores empresas españolas del sector permite también reconfirmar la afirmación de Babecki: solamente tres superan los mil millones de facturación, Inditex, Mango y Tendam. Las mismas que hace una década. Y la diferencia entre las tres primeras es abismal: Bershka, una de las cadenas de nicho del gigante Inditex, supera en facturación al segundo gran grupo español de distribución de moda, Mango.
Pese a esta situación, España ha sabido exportar un modelo de negocio en el sector de la moda que se ha convertido en referente en todo el mundo. Más allá de estos tres grandes (cuatro si se tiene en cuenta que Desigual rozó los mil millones de euros de facturación), España cuenta con capitanes en diferentes nichos, como la moda infantil (Mayoral), el calzado (Camper), la joyería (Tous), el negocio nupcial (Pronovias) o el segmento premium (Sociedad Textil Lonia).
En enero de 2009, España contaba con once compañías de estos sectores con más de 500 trabajadores
¿Qué hubiera pasado si España hubiera contado con empresas de mayor tamaño? Probablemente, el país habría podido participar en la oleada de operaciones corporativas que se han producido en la última década en el sector de la moda en todo el mundo, que ha dado lugar a gigantes internacionales como el grupo SMCP.
Las operaciones corporativas son el mecanismo llamado a permitir una consolidación en el sector de la moda. En los últimos diez años se han producido, pero no lo suficiente como para construir un panorama de empresas más grandes en el país.
Según datos de EY, el sector del retail (incluyendo textil y alimentación) registró 23 transacciones en 2009 en España, con un múltiplo de valoración de 5,3 veces el beneficio bruto de explotación (ebitda) de la empresa adquirida. Se trata de la tasa más baja de la última década, que pasó a 9,4 veces ebitda en 2010, cuando se produjeron 28 transacciones; a 17,1 veces ebitda en 2015 (el punto más alto de la serie), con 16 operaciones, y a 6,6 veces en 2017, con veinte operaciones.
El capital riesgo ha sido el principal dinamizador del negocio mundial de la moda en los últimos diez años, si bien grupos estadounidenses o europeos se han lanzado también al crecimiento mediante compras a través de la adquisición de competidores. En España, al capital riesgo le ha costado encontrar oportunidades de tamaño adecuado, agotando todas sus opciones en Tous, Desigual o Pepe Jeans. Por otro lado, los grandes grupos españoles tampoco parecen dispuestos a seguir el ejemplo de sus rivales internacionales y crecer mediante adquisiciones. Al menos hasta ahora.
El interés por las operaciones corporativas ha ido, sin embargo, al alza año tras año. En 2016, el Barómetro Vente-Privee Group-Modaes.es de Empresas de Moda en España introdujo por primera vez la siguiente pregunta: ¿su empresa ha participado o planea participar en una operación corporativa? Entonces, sólo el 15% de las compañías respondieron de forma afirmativa, pero la tasa creció con fuerza en los dos años siguientes, hasta el 25% en la edición de 2017 y el 28% en la de 2018.
El capital riesgo ha sido un dinamizador del sector a lo largo de la última década en España y en el extranjero
Desigual y Eurazeo (una alianza que terminó rompiéndose), Tous y Partners Group, Pronovias y BC Partners, El Ganso y L Capital (cuya unión queda ya atrás), Scalpers e inversores como Jaime Bergel, Privalia y Vente Privee o Merkal y OpCapita son algunos de los protagonistas de la era dorada de la inversión de moda en España. Todas estas operaciones han tenido lugar en los últimos cinco años y suceden a una serie de movimientos que no tuvieron un final tan feliz, como el de Gala Capital con Coronel Tapiocca o Valanza (BBVA) con Hazel.
Expansión internacional
Si la moda española no ha mejorado sustancialmente en términos de tamaño, sí lo ha hecho en presencia internacional. En 2009, las ventas de las empresas españolas de moda en los mercados internacionales ascendieron a 12.657 millones de euros, incluyendo prendas de vestir, calzado, accesorios, cosmética y perfumería. En 2018, este importe se había casi duplicado, alcanzando unas exportaciones de 24.753 millones de euros.
Compañías como Inditex, Mango o Tendam han contribuido a abrir el camino a sus compatriotas en los mercados internacionales. Gracias a estos gigantes, la nacionalidad española ha sido vista como una garantía de buenos resultados, tanto por socios distribuidores como por gestores de centros comerciales, ávidos de nuevas marcas.
Si hubiera que buscarle el lado bueno a la crisis económica, seguramente sería que forzó a las empresas españolas del sector a salir del país. Mientras compañías como Inditex o Mango nacieron con la mirada internacional en su ADN, otras, como Adolfo Domínguez, apostaron por reducir su dependencia del mercado español para combatir la caída del consumo.
Sea por convicción o por causa de fuerza mayor, lo cierto es que la moda española ha conquistado prácticamente todos los rincones del mundo, desde empresas de moda infantil como Mayoral, Neck&Neck, Gocco, Bóboli o Cóndor, pasando por compañías de moda masculina y femenina como El Ganso, Scalpers o Dolores Promesas y otras de calzado como Mustang o Pikolinos.
Concursos y cierres
Pero lo cierto es que la crisis también pilló con el pie cambiado a un gran número de compañías. Los altibajos empresariales en la moda española se han ido sucediendo a lo largo de toda la última década, tanto por efecto de la crisis como por la constante renovación que la fuerte competencia imprime en este negocio. Sin embargo, las mayores crisis pueden agruparse en tres grandes oleadas: la primera tuvo lugar antes del inicio de la década, en 2007, con el estallido de la crisis; la segunda llegó en 2013, cuando su prolongada duración dejó en el camino a todo otro grupo de compañías, y la tercera estalló en 2017, cuando la nueva coyuntura económica evidenció problemas de carácter estructural en decenas de compañías.
Los altibajos empresariales en la moda española se han ido sucediendo a lo largo de toda la última década
Según datos de PwC, en 2009 los primeros años de la crisis dejaron una fuerte estela de concursos en el sector de la moda en el país, con 145 expedientes en el sector textil en España. El centenar de concursos sólo se superó otra vez, en 2012, con 119 expedientes (frente a los 97 concursos de 2011 y 91 en 2013).
El mínimo de los últimos diez años se registró en 2016: superada la crisis económica y tras dos años con las ventas de moda en España por fin al alza, ese año sólo 59 compañías españolas de moda pasaron por los juzgados. Sin embargo, el número de concursos volvió a crecer en los dos años siguientes, con 71 expedientes en 2017 y 87 empresas españolas de moda en los juzgados en 2018.
La mayor crisis empresarial de la historia del negocio de la moda en España ha tenido lugar, precisamente, en la última década. El protagonista no fue otro que la cadena de moda rápida Blanco, que pasó de formar parte de las diez mayores compañías del sector a desaparecer. La caída del consumo y una serie de decisiones poco acertadas para tratar de plantarle cara llevaron a la empresa a presentar, primero, un expediente de regulación de empleo (ERE) sobre alrededor de 700 empleados, para posteriormente entrar en concurso de acreedores.
Tras recibir el acercamiento de compañías españolas como Tendam y Mango, finalmente fue un grupo internacional quién salvó a Blanco. El grupo saudí Alhokair se hizo con la empresa española con la voluntad de convertirla en una compañía totalmente internacionalizada. Pero no funcionó. En 2016, Blanco entró directamente en liquidación, dando así por terminada la historia de un potencial gigante español de la moda.
En otros casos, los concursos no supusieron la desaparición de las empresas. Un buen ejemplo de ello es el de Marypaz. La compañía sevillana del negocio del calzado protagonizó uno de los ascensos más destacados de la primera mitad de la década, con un interminable apetito internacional que terminó jugando en su contra. Tras entrar en concurso de acreedores, fue un grupo de capital riesgo, Black Toro, quien la rescató de los juzgados para, a partir de ella, construir un grupo de moda mediante otras adquisiciones.
Los procesos de reducción de plantilla se han ido sucediendo en paralelo a los concursos
Sin embargo, en muchas situaciones los concursos sí llevaron a la liquidación de la sociedad, como en el caso de Intropia o Shana. El mayor ejemplo de ello es de Caramelo. La histórica firma gallega dio sus últimos coletazos en el arranque de 2017, después de presentar la liquidación en octubre del año anterior. Pese a estar controlada por el empresario Manuel Jove, la compañía apostó por la liquidación tras cerca de diez años en apuros, prácticamente desde el inicio de la crisis económica en España.
EREs
Despedir al 10% de la plantilla o a más de treinta trabajadores (en las compañías más grandes) por causas económicas, técnicas, organizativas o de producción. Son las condiciones exigidas en España para la presentación de un expediente de regulación de empleo (ERE), un mecanismo a disposición de empresas en crisis que necesitan reducir personal para mejorar su competitividad o adaptarse a la realidad del mercado.
En la moda española, los procesos de reducción de plantilla se han ido sucediendo en paralelo a los concursos. En 2009, el sector contabilizó 156 EREs de extinción en las industrias textil, de la confección y el calzado, que afectaron a 3.883 trabajadores.
En 2010 el número de expedientes se redujo a 99, con 2.465 despidos; en 2011 volvió a subir el número de EREs, hasta 141, pero bajó el número de afectados, hasta 1.975 trabajadores. En 2018, los expedientes de extinción en estos sectores afectaron a sólo 523 trabajadores.
Además de los protagonizados por Blanco o Caramelo, compañías españolas como Adolfo Domínguez han recurrido al ERE para ajustar su plantilla en los últimos diez años. También lo han hecho los grupos internacionales con presencia en España. Ermenegildo Zegna fue protagonista en 2009 de uno de los últimos grandes ERE en la industria textil del país. La compañía redujo entonces la plantilla en 120 personas y presentó un ERE temporal sobre más de 500 empleados más. El ERE de Zegna en España coincidió con el que llevó a cabo la británica Burberry, con la supresión de la colección para el mercado local, Thomas Burberry. La compañía rescindió el contrato a 230 personas.
La nueva generación
Entre crecimiento internacional, consolidación de un modelo, caída del consumo, concursos y regulaciones de empleo, una nueva generación de empresarios y empresas ha ido emergiendo. Frente a la solera y la historia en el sector de mercados como Francia, lo cierto es que la historia de la moda española es relativamente joven. Aunque el país contaba con una fuerte y arraigada estructura industrial, esta se vio duramente impactada por la transformación global del sector (que se aceleró con la liberación del comercio mundial a partir de 2005) y no fue hasta los años ochenta cuando comenzó a formarse la actual armada de la moda española.
El modelo español de distribución de moda se ha convertido en referente
De este modo, el modelo español de distribución de moda, ese que ha trascendido fronteras y se ha convertido en referente, cuenta con poco más de cuatro décadas y los empresarios que lo impulsaron han empezado su retirada en los últimos diez años. Así, por ejemplo, Amancio Ortega, fundador de Inditex, ha dado un paso atrás en la última década, cediendo toda la fuerza a Pablo Isla e incorporando a su hija Marta Ortega tanto a la fuerza laboral de la compañía como a los puestos de decisión en el consejo de administración. Otro caso es el de Isak Andic, fundador de Mango, que en los últimos años ha incorporado a su hijo Jonathan Andic a la cúpula del grupo.
Si Isak Andic no ha podido completar el relevo en su hijo, tampoco pudo hacerlo Alberto Palatchi, que quiso que sus hijos heredaran la empresa pero terminó vendiendo la compañía al capital riesgo.
Adolfo Domínguez, en cambio, sí ha terminado cediendo todo el protagonismo a la segunda generación: Adriana Domínguez ha tomado el mando de la compañía dando inicio a una nueva etapa empresarial. Las hermanas Tous, por su parte, se han afianzado en la cúpula de la empresa de joyería y sus padres, Salvador Tous y Rosa Oriol, han dejado definitivamente la gestión.
Pero no sólo una nueva generación familiar ha emergido con fuerza, también una nueva generación de empresas que garantiza la frescura en el sector. Compañías como Bimba y Lola, El Ganso o Scalpers cuentan con poco más de diez años de historia, al tiempo que en la última década han nacido otras como Silbon, Hawkers, Muroexe o, más recientemente, Pompeii.