Diez años de moda
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Sobrevivir al algodón: década de vértigo en las materias primas
Diez años de moda en España
El mercado global de las materias primas ha vivido una de sus décadas más agitadas. El algodón, una de las principales materias primas de la industria de la moda, llegó a máximos históricos en 2011 y volvió a tocar mínimos tan solo tres años después. La lección que extrajeron de estas sacudidas los grandes de la distribución fue que es necesario estabilizar el mercado de las materias primas y darle continuidad en el tiempo. Parte de la respuesta a este cambio de paradigma es la circularidad.
Entre 2010 y 2011, el algodón se puso por las nubes. Aquel año, los precios de esta materia prima superaron sus máximos históricos, imbatidos desde 1995. Fue la primavera del poliéster y la viscosa: los grandes de la distribución diseñaron colecciones apoyadas en estas materias primas para dar oxígeno a sus márgenes ante la escalada de los precios del algodón. Entre diciembre de 2009 y el mismo mes de 2010, el precio del algodón se incrementó un 140%. Aquella subida impulsó al alza los precios del resto de materias primas. La lana elevó su valor un 40% en un año; la seda, un 100%; el lino, otro 40%, mientras que las fibras artificiales lo aumentaron entre un 30% y un 35%.
No hubo una causa concreta que explicara aquella escalada, sino un conjunto de acontecimientos que presionaron al alza su valor en el mercado. Unas malas cosechas en Pakistán, uno de los países productores de algodón, por unas fuertes lluvias que provocaron importantes inundaciones en el país fue quizás el detonante. Pero a ello se sumó la decisión de los agricultores estadounidenses de cambiar los cultivos de algodón por otros más lucrativos o la especulación en el mercado de valores fueron algunos de los otros elementos que llevaron los precios a catapultarse. En este contexto, el mercado del algodón vivió la entrada de hedge funds (fondos de inversión libre) e inversores swap (intercambio futuro de bienes) en el mercado de futuros y la práctica desaparición de inversores individuales.
Otro motivo que impulsó esta inflación al alza fue el aumento de la demanda de la industria textil de países como India, China o Brasil, economías emergentes que en aquel momento se encontraban en pleno despegue de su clase media y de un mercado interno de consumo. En este sentido, India, entonces el segundo mayor productor mundial de esta materia prima, agravó la crisis al restringir las exportaciones de algodón para proteger a su industria textil. El país asiático pasó de colocar en el mercado exterior 1,4 millones de toneladas de algodón a 950.000 toneladas. Esta medida llevó a varias organizaciones internacionales a alzar su voz en contra, como la estadounidense National Council of Textile Organizations (Ncto), Eurocotton, Istanbul Textile and Apparel Exporters (Itkib, en sus siglas en turco) o Canaintex. Varios gobiernos presentaron batalla también contra esta medida ante la Organización Mundial del Comercio (OMC).
China, por su parte, también dio un paso al frente para defenderse ante una eventual escasez de producto en el mercado doméstico e inició una política de acumulación de stocks de forma intensiva. Finalmente, a principios de 2011 India puso fin a sus restricciones a las exportaciones de algodón, pero el gigante asiático mantuvo en marcha durante los siguientes años su estrategia de retención de excedentes.
El mercado del algodón vivió la entrada de hedge funds e inversores swap en el mercado de futuros y la práctica desaparición de inversores individuales.
Euratex, la patronal europea del textil y de la confección, llegó a reclamar a principios de 2011 ante la Comisión Europea medidas concretas a corto y medio plazo para controlar el alza de los precios de las materias primas, en concreto del algodón. La organización empresarial consideraba indispensable entonces una intervención para garantizar el acceso a esta materia prima a las empresas textiles europeas y para controlar un mercado que la especulación también estaba distorsionando.
En marzo de 2011, el precio del algodón registró su mayor subida, marcando un ascenso del 167,8% en relación al mismo mes de un año atrás, hasta alcanzar la cota histórica de 229,7 centavos por libra. En abril de 2011, los precios iniciaron un nuevo periodo de moderación, con un descenso interanual del 5,7%. La caída de la demanda y la decisión de India de levantar las limitaciones a la exportación de esta materia prima provocó que los precios disminuyeran en los meses sucesivos con la misma rapidez con la que se habían incrementado. Otro de los factores clave en el descenso de los precios fueron también las condiciones climatológicas, que pronosticaron un aumento de la producción en países como Pakistán, India, Australia y Turquía.
Aquella subida desmesurada tuvo un impacto directo en los márgenes de las compañías de la moda y, en especial, en aquellas vinculadas al tejido algodonero, como las especializadas en denim. La onda expansiva de aquella subida del algodón alcanzó los valores en bolsa de los gigantes de la moda, impactando sobre todo de manera negativa en los grupos de distribución de moda instalados en la batalla de precios bajos. De hecho, las empresas de moda que cotizan en bolsa fueron apuntando en los trimestres sucesivos a esta escalada de precios en el algodón de su repercusión en su cuenta de resultados.
Las turbulencias en el precio de esta materia prima continuaron golpeando a los grandes grupos de la moda en bolsa, que en sus memorias de resultados se esforzaban en apuntar sus nuevas estrategias en diversificación de materias primas para restar dependencia del algodón. H&M, por ejemplo, cerró 2011 con una caída del 15% en su beneficio neto. En la memoria, la compañía explicaba: “ha sido un año muy complicado en los mercados donde nos proveemos, donde el aumento de precios, principalmente como consecuencia del alza del algodón, ha provocado un aumento de los precios de compra”.
Gap, por su parte, contrajo el resultado neto de aquel ejercicio un 17%; Benetton, que aquel año inició los trámites para abandonar la bolsa de Milán, pasó de ganar 120 millones de euros en 2010 a setenta millones de euros en 2011, mientras que Abercrombie&Fitch hundió su beneficio neto un 15%.
Acumulación de stocks y caída de los precios
Las consecuencias de aquella espectacular escalada de precios persistieron en los años siguientes. La incertidumbre en el mercado mundial del algodón la generó entonces China. El gigante asiático, que había iniciado una política de acumulación de stocks para proteger a su industria textil local, volvió a distorsionar su precio. El país incrementó también sus importaciones con miras a engrosar sus reservas. En 2012, el Ministerio de Agricultura estadounidense alertó ya de que el stock mundial de esta materia prima alcanzaría a cierre de año su mayor valor en 25 años por la política china.
De hecho, India llegó a bloquear por segunda vez sus exportaciones de algodón ante la voracidad de las compras de China y el temor de dejar desabastecida la industria textil local. La acumulación masiva de algodón por parte del Gobierno de Pekín le convirtió en propietario de una cuarta parte de las reservas mundiales, que llegaron a representar el equivalente al 60% del consumo anual.
India llegó a bloquear por segunda vez sus exportaciones de algodón ante la voracidad de las compras de China en 2013
Esta acumulación de stocks puso en alerta al sector que contemplaba con temor la posible venta de estas reservas, que frenarían el comercio internacional de esta materia prima y volverían a agitar su valor. El algodón, a diferencia de otras materias primas, tiene fecha de caducidad y, cuanto más se alarga su uso, más posibilidad hay que se eche a perder. Profesionales de este campo y analistas expertos empezaron a vislumbrar entonces una nueva etapa de precios bajos.
Estas previsiones pusieron en alerta de nuevo al Gobierno de Pekín, que tuvo que salir de nuevo a dar ayuda a sus productores. Entre 2011 y 2012, China multiplicó por diez las subvenciones a los productores de algodón favoreciendo que los precios de esta materia prima en su territorio estuvieran por encima de los internacionales. Pero no sólo el gigante asiático incrementó sus ayudas al cultivo de algodón. En todo el planeta, los subsidios a la producción de esta materia prima se multiplicaron por cuatro durante aquellos años para compensar la caída de los precios.
A finales de 2013, China empezó a liberar sus stocks de algodón y, en 2014, puso fin a su política de engrosar sus reservas. El volumen que llegó a acumular el país asiático llegó a ser tal que era suficiente para abastecer a toda la industria textil china durante más de un año. Por aquel entonces, el país contaba ya con más de la mitad del total mundial de reservas de algodón. La consecuencia de este nuevo escenario fue una fuerte caída de la producción y un parón del comercio internacional. Otro elemento que contribuyó a presionar a la baja el precio del algodón fue el poliéster, la fibra sintética derivada del petróleo más abundante y económica, que fue ganando protagonismo en las colecciones de moda.
La siguiente vuelta de tuerca al mercado global del algodón la volvió a dar China al incrementar los aranceles a las importaciones para proteger su algodón y a introducir cuotas adicionales. La política de acumulación de stocks y las subvenciones a la producción local habían presionado al alza los precios, favoreciendo las importaciones de algodón más barato y de mayor calidad. Sin embargo, la medida no fue suficiente para mantener la producción local y, en 2014, India le arrebató el liderazgo como el principal productor mundial de esta materia prima.
Aquel año, los precios del algodón tocaron suelo, situándose en 61 centavos por libra, su nivel más bajo desde 2009. A raíz de este nuevo escenario, completamente opuesto al de tan solo dos años atrás, provocó un desplome de las exportaciones de Estados Unidos, el principal actor en el comercio mundial de esta materia prima, que regresaron a niveles del año 2000. La producción global se encogió en 2015 hasta niveles de 2008, después de que los principales países productores a recortasen superficie cultivada
La siguiente vuelta de tuerca al mercado global del algodón la volvió a dar China al incrementar los aranceles a las importaciones
Estos altibajos en el mercado algodonero aceleraron el incremento del consumo de fibras sintéticas, que en 2013 representaban ya el 70% de la producción global de fibras textiles. En 1963, la producción de poliéster, acrílico, celulosa, poliamida y polipropileno era del 26%, frente al 65% de algodón y el 9% de lana. En 2013, las fibras sintéticas eran el 70%, mientras el algodón copaba el 29% y la lana, el 1%, según los últimos datos de la European Man-made Fibres Association (Cirfs).
Algodón sostenible y otras materias primas
En paralelo a la montaña rusa que se vivía en el mercado tradicional del algodón empezó a tomar fuerza en 2010 el del algodón sostenible. Aquel año, las ventas mundiales procedentes de cultivos sostenibles de esta materia prima rozaron los 5.200 millones de dólares, según el organismo Textile Exchange, especializado en la dinamización de esta producción. Un año después, el negocio del algodón sostenible generó 6.200 millones de dólares. Por primera vez, los gigantes de la distribución de moda estaban apostando con fuerza por este tipo de algodón. En 2011, los principales consumidores de algodón sostenible del planeta ya eran H&M, C&A, Nike, Inditex y Adidas.
En la temporada 2012-2013, el algodón sostenible superó por primera vez la barrera del millón de toneladas, hasta 1,14 millones de toneladas de producción y 1,75 millones de hectáreas cultivadas. Brasil, India y Pakistán fueron tres de los países que lideraron la producción de este tipo de cultivos. A pesar de no ser tan relevantes en el comercio mundial del algodón, ha habido países que también han jugado la carta de la sostenibilidad para dar competitividad a sus plantaciones algodoneras, como es el caso de pequeños productores africanos, como Zambia, Costa de Marfil o Zimbaue.
Ya en 2017, varios retailers, como Marks&Spencer o C&A, junto con el London College of Fashion o la Fairtrade Foundation, constituyeron la plataforma Cotton 2040 con miras a que en esta fecha las plantaciones sostenibles de algodón sean el nuevo normal de su cultivo. De hecho, en 2017, la plataforma Better Cotton Initiative (BCI), una de las promotoras del desarrollo de este tipo de producción, generó el 12% de la producción mundial de esta materia prima.En paralelo, desde la industria se empezó a tomar en serio la necesidad de buscar alternativas al algodón.
Al calor de la inestabilidad del mercado de las fibras, nació por ejemplo Naturally Advanced Technologies, que puso en marcha Crailar, una fibra natural elaborada a partir de heno y cáñamo. Crailar llegó incluso a aliarse con la austriaca Lenzing, especializada en viscosa, para desarrollar una nueva fibra artificial con la que sustituir al poliéster y al algodón. Sin embargo, Crailar terminó echando el cierre poco después, a pesar de tener entre sus clientes a Levi Strauss, Hanesbrands, PVH o Target, entre otros.
En una primera fase, se paralizó todo el desarrollo en smart fabrics, hilos conductores y tecnología aplicada al textil para volcarlo en la búsqueda de nuevos materiales sustitutivos de las materias primas naturales y sintéticas. No obstante, en 2016 y 2017 la sostenibilidad abordó una segunda etapa: la circularidad. La gran distribución abrazó este nuevo sistema de la economía para restar dependencia de materias primas procedentes de cultivos naturales (cuyas plantaciones son finitas) y de aquellas derivadas del petróleo (ante una posible escasez, que golpease con dureza el negocio).
Así, en 2017, el 19% del algodón que se utilizó en la industria textil procedió ya de fuentes sostenibles.
En el caso del poliéster, el 14% que se destinó al sector ya fue reciclado, y en la viscosa, el 4,5% fue lyocell, la versión más sostenible en la producción de fibras textiles celulósicas, según un estudio de Textiles Exchange. Respecto al poliéster, la fibra reina de la industria de la moda, en 2017 alcanzó una producción récord de 53 millones de toneladas métricas. De estas, 7,42 toneladas métricas ya fueron de poliéster reciclado. El grueso de este tipo de fibra procede de botellas de plástico y del propio poliéster de uso textil.